O el relato de las sentencias de los Padres del desierto, según el cual el diablo fue obligado por Dios a presentarse ante un tal abad Apolo, su aspecto era negro, desfigurado, con miembros de una escualidez espantosa y, sobretodo, no tenía rodillas. La incapacidad de arrodillarse aparece, por decirlo de alguna manera, como la esencia misma de lo diabólico.
Ratzinger, pues lo escribió cuando era cardenal.
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