Parecía que iba a ser la tumba de la reforma sanitaria y, sin embargo, parece que ha jugado el papel contrario. Centró toda la oposición en el aborto y también todas las esperanzas. La traición se consumó el domingo por la noche cuando el congresista demócrata Bart Stupak decidió dar el apoyo de su grupo a la reforma sanitaria a cambio de una orden presidencial.
Surge la duda sobre si se la han podido colar de semajante manera a una persona cuya anterior profesión era la de fiscal antes que la de "representante". No hay que ser docto en leyes para adivinar que si una norma de rango federal aprobada por el legislativo establece una cosa en colisión con otra establecida por el ejecutivo, cual prevalecerá según los órganos jurisdiccionales. Conflicto, por supuesto, que solo se produciría de mantenerse la orden ejecutiva presidencial en el tiempo.
Está claro que, si la reforma sanitaria no entra en vigor hasta 2014 (como está previsto) será otro Presidente el que gobernará. Del mismo modo, es Obama (en su persona) el que se vincula con la orden y no sus sucesores.
Por tanto, la traición está hecha y la puerta abierta. No hay nada que celebrar, ni ninguna victoria provida (por aparente que sea) pues el cambio del status quo es hacia peor.
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