En la nueva ley del aborto que se acaba de aprobar existe un factor al que, posiblemente, se le ha dedicado menos atención de la que debería teniendo en cuenta las consecuencias que puede tener.
Si bien el cambio del sistema de los supuestos de despenalización a la cuestión de los plazos no va a tener un efecto importante sobre el número de abortos que se realiza en España, la diferencia fundamental con la ley anterior es que convierte el aborto en un derecho. Y aunque repetir esto pueda parecer de perogrullo es importante destacar que el caballo de Troya que nos acaban de colar en la legalidad española puede tener consecuencias inconcebibles todavía: si es un derecho, por ejemplo, se podrá retirar el concierto a aquellos colegios que no lo incluyan en sus planes de formación, se podrá sancionar a las clínicas (incluso a los médicos) que no lo practiquen, se podrá dedicar el dinero de nuestros impuestos y obligar a las administraciones a financiar abortos en la sanidad pública, etc.
Ya tienen su arma. Que comience la persecución es cuestión de tiempo.
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