En cuanto a la transexualidad cabe cuestionar que se hable realmente de cambio de sexo, ya que lo que se produce es una asexuación, pues el que era varón deja de serlo pero no es mujer, aunque lo parezca, ya que le falta el distintivo esencial del género por mucha hormona, de por vida, que consuma, quedando en una especie de tierra de nadie, a la espera de un destino incierto, por satisfactorio que pueda parecerle.
Realidad irrefutable constatada por Nicolás Retana en La Gaceta de ayer. Y, siendo así, una reflexión: ¿prevarican los poderes públicos financiando este tipo de operaciones o, mejor dicho, de mutilaciones?
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