Normalmente la izquierda consigue trasladar a su marco todo tipo de debates. Pero son solo eso: debates. La derecha se deja la piel en luchar en un marco que no es el suyo que, al final, la izquierda después desprecia. Aceptadas de esta manera algunas premisas, el resto es innegociable.
Uno de estos casos es el de la legitimidad que otorga la soberanía popular, la cual desprecian todos lo días a todas horas: repitiendo referendums cuando el resultado no les es favorable, hasta que salga, o bien directamente ignorando qué opinan los "ciudadanos". Previamente, por supuesto, la derecha ha perdido el tiempo debatiendo e intentando convencer y, sobretodo, sin darse cuenta ha aceptado como válido el criterio de la soberanía popular, el cual después se volverá en su contra y, si no, será ignarado en virtud de uno nuevo (y superior) establecido por la progresía.
¡Y todavía hay quien se sorprende!
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