El católico es leal al país donde nació, de hecho suele serlo apasionadamente, entre otras cosas porque el apego a las tradiciones locales es connatural con su religiosidad, pródiga en altares y reliquias. Pero del mismo modo en que el culto a las reliquias es una consecuencia de su religión, sus lealtades locales son el resultado de la hermandad universal de todos los hombres. El católico dice: "Debemos amar a todos los hombres, desde luego, pero ¿qué es lo que todos los hombres aman? Aman su tierra, sus fronteras establecidas, la memoria de sus padres. Esto es lo que justifica el sentimiento nacional, porque es lo normal." Mientras que el patriota protestante nunca ha sido capaz de concebir otro patriotismo que el suyo.
G. K. Chesterton en Por qué soy católico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario