La dirección nacional del PP se está luciendo. Primero nos sorprendieron hace dos semanas con su propuesta de un pacto educativo. Un pacto que, fundado en los términos en que se ha planteado, no solo vendría a refrendar el desaguisado educativo socialista de los últimos veinte años sino que bloquea las pocas posibilidades de marcha atrás que antes existían. Si hasta ahora las posibilidades para una vuelta atrás eran, de hecho, remotas, ahora serían formalmente imposibles.
La propuesta que ls semana pasada se presentó en el Congreso para una supuesta protección de la maternidad encierra contradicciones tan patéticas como peligrosas. La propuesta presentada no dice una palabra sobre las mujeres que han decidido seguir un tipo de vida diferente al de aquellas que han redactado la propuesta. Lo primero que conviene aclarar es que es una contradicción en los términos afirmar la ley se sostiene en el derecho de la mujer a ser madre y posteriormente decir que con la garantía de mantener una igualdad de condiciones con los hombres. Pero la mayor contradicción es que incluya propuestas como el aumento de la baja por maternidad. Son medidas que, si de hecho consiguieran el objetivo que supuestamente pretenden, serían inútiles pues incurrirían en la quiebra del sistema
Pero ambas propuestas tienen un peligroso denominador común: las dos han sido concebidas por personas que no tienen hijos y que se permiten el lujo de dogmatizar cómo deben ser educados los hijos de los que, efectivamente, sí tienen. Y qué medidas deben adoptar para fomentar que puedan tener hijos quienes, efectivamente, sí tienen.
Plantear ambos debates exige abordar sendos problemas con la profundidad que merecen, siempre desde el respeto a la libertad y, más que pregonando, respetando la opción de quienes, por ejemplo, deciden no llevar la misma forma de vida o educar a sus hijos según su opinión. No plantear leyes que incluyen imposibles metafísicos y quedarse tan pancho esperando que la propaganda surta efecto.
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