Inauguro con esta novela una nueva etiqueta. Estas pequeñas notas acerca de los libros que voy leyendo no pretenden ser una sinopsis de la obra en cuestión ya que para eso lo hacen mucho mejor los editores, sino reflexionar acerca de motivos suscitados por ellos.
A sangre fuego constituye la primera parte de la trilogía de Henryk Sienkiewicz sobre las guerras que asolaron Polonia en el s. XVII. En esta primera novela el autor, galardonado con el Nobel (supongo que cuando el premio significaba una distinción...), nos relata las peripecias de cuatro amigos que, durante la guerra contra los rebeldes cosacos, intentan liberar a través de las filas enemigas a la prometida de uno de ellos.
Se trata de un período y unos hechos desconocidos para los que hemos sido educados por el moderno sistema de enseñanza pero sin duda decisivos para la historia de Europa. La República de Polonia en alianza con el Gran Ducado de Lituania constituye una de las principales potencias y defensores de la fe contra el avance sarraceno en el oriente del continente. Aprovecho para mencionar que la lectura de esta obra rompe algunos tópicos arraigados en nuestras modernas cabezas sobre lo que es una monarquía católica. Progresivamente la grandeza de esta nación va menguando hasta verse vilipendiada por el resto de sus vecinos, sobretodo a lo largo de los dos últimos siglos.
Fueron defensores de la Fe y aun hoy, después de tanta desventura han resurgido y se han constituido de nuevo, dentro de una pagana Unión Europea, abanderados de la moralidad, el orden y la Fe.
Sirva como ejemplo para los desesperanzados españoles que ven hoy como su nación se desmorona, culmen del proceso descristianizador que la asola desde hace siglos. Pues no es la guerra lo que destruye una sociedad, nos recuerda Sienkiewicz:
Ignorante de la política se dolía de la insuficiencia militar, pero no se le ocurrió nunca que la jovialidad y la vida alegre pudiesen hacer más daño a la República que una derrota en campo abierto.