No soy científico ni economista pero hay algo que me reviste de legitimidad para opinar sobre el cambio climático: y es que parece que lo pagaré de mi bolsillo.
El Gobierno de España ha anunciado que nos va a seguir robando.
Nihil novum sub sole. A pesar del gravamen del impuesto de hidrocarburos que, según tengo entendido, supone hasta un 50% del precio final de la gasolina nuestros gobernantes has decidido seguir esquilmándonos quitándonos un céntimo por cada litro de gasolina que pongamos. La justificación: el cambio climático. Cualquier tipo de excusa es aceptada por nuestra crédula sociedad para justificar el crecimiento del Estado como ilusoria panacea de nuestros males.
A veces parece que tienen que justificar su sueldo y por eso nos obsequian con exabruptos como éste. Sin embargo, a veces uno desearía que el sueldo empiecen a pagárselo por no pensar y, ¿por qué no?, por no actuar. Se me antoja una interesante aplicación práctica de la tan manoseada teoría del mal menor.
El hecho es que de ser real la amenza del cambio climático (enfriamiento, calentamiento, lo que se quiera...) existen mil maneras menos perjudiciales para la ciudadanía de este país que el maldito céntimo. O vamos a decir mejor, medio euro por depósito. Por ejemplo, sin ir más lejo, la periodista de Intereconomía Eugenia Viñes citaba ayer en el programa A Fondo los ociosos viajes que Zapatero ha realizado, no ya en un pequeño jet como Al Gore, sino en un ecológico avión de nuestro ejército a, entre otros, Londres y diferentes ciudades españolas. Probablemente la lista de propuestas sea innumerable y no implicaría la constante y creciente recaudación.
Por otro lado, me gustaría recordar aquí al sociólogo Robert Malthus que durante el siglo XIX acongojó al mundo con sus teorías sobre la superpobalción y la escasez de alimentos. La población ha aumentado alarmantemente en un siglo y, sin embargo, los recursos por ahora no se han extinguido. El ser humano debe dejar de comportarse con el planeta como si creyera que el destino de este está en sus manos y olvidar, al menos por un tiempo, el
seréis como dioses.