Es duro asumir el fracaso. Todo se os ha hundido. O, mejor dicho, lo que soñásteis no lo habéis conseguido y cada vez está más lejano. Y se os acaban los días. Hoy sois menos que ayer y soi más que mañana. Y cada vez más viejos. Claro que los años los contamos todos pero hay una gran diferencia entre los abuelos que viven rodeados del amor de sus hijos y de sus nietos y otros que están en una residencia de la tercera edad esperando la muerte sin que nadie les visite. Yo tengo una Iglesia arriba y otra detrás. Vosotros no sé si creéis en la de arriba pero detrás ya no tenéis a nadie. Pues es la diferencia entre vivir, y morir, con gozo y esperanza a hacerlos en la soledad del fracaso.
Extraído de la entrada A los que tanto me quieren.
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