27 nov 2007

Es que si me doblo más... Me partiré.

La oscarizada película El Violinista en el Tejado narra las peripecias que Tevye, un honrado y trabajador lechero, tiene que sufrir para mantenerse fiel a sus convicciones.

En un período en que la realidad social sufre grandes agitaciones y cambios un buen hombre se ve atrapado entre lo que su tradición le manda y lo que sus hijas, su familia y la realidad demandan. Conseguir el equilibrio entre tantos elementos no es tarea fácil y sus hijas van forzando la voluntad de su padre y poniendo a prueba su capacidad para adaptarse a las nuevas circunstancias.

La primera hija pone en entredicho el compromiso y la palabra dada por su padre a otro hombre al que la había prometido en matrimonio. Velando finalmente por el interés y felicidad de su hija y en defecto de su propio honor, el padre accede a autorizar su matrimonio con otro hombre al que ella ama. La segunda hija da una vuelta de tuerca más y en vez de cuestionar su decisión sobre su matrimonio, directamente la ignora pero no dejando de revestir a la opinión de su padre de cierta autoridad implorándole su bendición. No te pedimos tu consentimiento, te pedimos tu bendición, le dice.

Por último, la tercera hija aspira a casarse con un gentil. Tevye no puede permitir que se case contraviniendo lo que su religión y su fe le mandan. Ha podido ignorar sus mandatos pero en un ningún caso podrá contravenir algo que es más sagrado que él mismo. Sin embrago, su hija ama al cosaco. Su padre juzgando los pros y contras se encuentra con que la situación no está del todo desequilibrada, sin embrago, reflexiona: si me doblo más me partiré. Y el lechero de la humilde Anatevka se ve forzado a repudiar a su hija.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Preciosas esas palabras recogidas... "si me doblo más me partiré". Preciosa toda esa película; tan buena como larga... lo mejor son esas conversaciones de Tevye con Dios, son de amigo a Amigo, son tan sencillas como profundas.

B.